Carnaval de arlequín


La obra Carnaval de arlequín se considera como el cuadro que marcó el comienzo de una etapa surrealista para Joan Miró. Pintada entre 1925 y 1925, fue exhibida con gran éxito en la exposición de la Peinture Surrealiste de la Galería Pierre.

Miró. Carnaval de arlequín. 1925-26. Albright-Knox Art Gallery, Buffalo

Carnaval de arlequín es una representación llena de símbolos que personifican la ingenuidad, la fantasía y el doble sentido. Miró realizó el cuadro mientras atravesaba una etapa de vida un tanto difícil en la que el hambre era protagonista. Parece ser ejecutado con cierta espontaneidad, pero realmente, el autor la precedió con bocetos y un estudio de la composición de la misma.

“Intenté plasmar las alucinaciones que me producía el hambre que pasaba. No es que pintara lo que veía en sueños, como decían entonces Breton y los suyos, sino que el hambre me provocaba una manera de transito parecido al que experimentan los orientales.” –Joan Miró. (Permanyer, 1978, pp. 46-47)

Cada elemento del cuadro parece ser independiente de los otros y tener vida propia, dando esa sensación de movimiento. Las figuras son alargadas y retorcidas y dan la sensación de estar flotando. Algunos de estos elementos se verán representados en obras posteriores, tales como la escalera, el ojo, la oreja. Otros elementos presentes son los insectos, las notas musicales, los peces y los globos terráqueos.

El papel principal se lo lleva el arlequín, de cuello alargado, rostro rojo y azul, largos bigotes y cortos brazos. A su lado, un autómata toca la guitarra, que parece ser uno de los únicos objetos que se relacionan más a la realidad. La paleta cromática empleada es primaria y sencilla, en la que predominan los colores, rojo, amarillo, azul, blanco y negro. El fondo, de un color más neutro, hace que las figuras resalten.

El Carnaval de arlequín constituye, pues, la síntesis y el repertorio de formas de un año rico en conquistas prodigiosas en todos los campos. Cuando Miró resume en una tela toda una etapa, y lo hemos vistos ya con La masía, es porque quiere ago­tar un estilo y se prepara a abandonarlo. El Carnaval de arle­quín, es el apogeo y la última manifestación de un período, cor­to, pero esencial, durante el cual la revelación de una es­cri­tura imaginaria y el descubrimiento de un universo de lo “maravilloso” personal se realizaron en un clima de ligereza y alegría, de facilidad gozosa, en una atmósfera de juego. Al año siguiente, la profundización en lo maravilloso hará surgir lo fantástico, el agotamiento del ensueño en la simple superficie de las cosas dejará campo libre a la expresión del sueño puro. (Dupin, 1993, p. 111)

Carnaval de arlequín es una pieza llena de minúsculos detalles que parecen escaparse de la vista del espectador y que exigen una lectura detenida.


Bibliografía

Permanyer, L. (1978). Revelaciones de Joan Miró sobre su obra. Madrid: Gaceta ilustrada.
Dupin, J. (1993). Miró. Barcelona: Polígrafa.


Michelle Y.

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